domingo, 13 de febrero de 2011

"Esther Morales la sirena española"

LA REIVINDICACIÓN DE UNA NADADORA DE LARGO ALIENTO
Campeona sin desmayo, Esther Núñez, primera en la Copa del Mundo de larga distancia en el 2007, ha rozado de nuevo el título este año pese a no contar con ayuda federativa y tener que costearse los viajes.
Para resumir, se podría decir que es la David Meca femenina. Pero Esther Núñez no quiere ser solo eso. La subcampeona de la Copa del Mundo de natación de larga distancia quiere que se la valore por lo que es y por lo que ha conseguido. Campeona mundial en el 2007, en el 2010 ha subido al podio en siete de las ocho pruebas y solo ha sido superada por la argentina Pilar Geijo, que la batió en el Cañón del Sumidero (México) -donde Esther pinchó, con un 5º puesto- y logró una ventaja que esta tragamillas de 29 años ya no pudo enjugar.
«Al menos Meca logró que se conociera nuestra especialidad y que la gente supiera qué son las pruebas en aguas abiertas», dice la indesmayable nadadora vallesana, que se pelea año tras año con sus rivales, las duras condiciones de las pruebas y el escaso retorno económico porque le gusta lo que hace. «Me gusta nadar largas distancias, viajar, el ambiente que se respira en el circuito y también influye, claro, que mi pareja hace lo mismo que yo», explica Esther, que vive una parte del año viajando por medio mundo con su compañero Damián Blaum, subcampeón del mundo este año, como ella. Pero, volviendo a Meca, lo que no le gusta a Esther de David es «todo el paripé» que el maratoniano del agua ha montado en los últimos años. «Es un buen deportista, pero se ha inclinado por retos que no llevan a ninguna parte, que no son reales y que no están legalizados por jueces». (Foto sacada del facebook de Xavi Torres, una mañana de entreno cualquiera, en Son Hugo)
Premios humildes
A Esther también le gustaría -confiesa- emprender alguna vez travesías como La Gomera-Tenerife o el Estrecho de Gibraltar para intentar establecer récords. Pero eso la distraería de sus objetivos, que son seguir en la Copa del Mundo a la vez que intentar clasificarse para los Juegos Olímpicos de Londres-2012 y los Mundiales de Barcelona del año siguiente.
«Al menos aquí no me tendré que pagar el billete», asegura, recordando que ella se costea los viajes y solo recibe la ayuda de su club (el Natació Sabadell), de una marca de material deportivo y de los paupérrimos premios por sus éxitos. Ganar a principios de año el Santa Fe-Coronda (57 kilómetros en el río Paraná, en Argentina) solo le reportó 1.000 dólares. En Canadá, en cambio, pagan un poco mejor: ser tercera en los lagos Saint Jean y Magog le valió unos 1.200 dólares de premio cada vez.
Esther no tiene palabras muy agradables para los estamentos federativos. «La federación española no me ayuda en nada. No tengo ninguna beca ni apoyo. Además, los criterios de selección que aplican son muy discutibles. A mí me han llegado a decir que no tengo nivel para ir a los campeonatos, y a veces prefieren llevar a una sola chica, o a ninguna, porque dicen que no hay dinero». Esther acudirá a los 10 kilómetros de Castelldefels clasificatorios para los Mundiales de Shanghái del 2011, pero ya adelanta el resultado: «Haga lo que haga, no me llevarán».
Siempre le quedará la Copa del Mundo, pese a desgracias como la de la última prueba, en octubre en Abu Dabi, donde el estadounidense Fran Crippen falleció en pleno esfuerzo. «Habría que cambiar las cosas, porque la federación internacional obliga a disputar esta última carrera, y a finalizarla, para tener derecho a los premios. Fran se encontraba mal, pero se vio obligado a intentar acabar. No llegó. Luego lo encontraron flotando en el mar todavía en posición de nadar. Además, el agua estaba muy caliente, casi a 30 grados, y debería haber un máximo, como hay un mínimo: a menos de 15 grados no se puede nadar».
El mar. Un río, un lago, un pantano. Cualquier lugar es bueno para nadar durante cinco, seis, siete, ocho o nueve horas seguidas, escoltada solo por una barcaza. ¿Miedo? «Nunca he tenido. Bueno, sí, una vez, en el mar de Nápoles, en que no veía tierra por ninguna parte y un ferry pasó muy cerca». «He nadado en ríos donde había cocodrilos, pirañas y palometas, sorteando basura y matojos, en aguas totalmente turbias… He visto sacar a nadadores del agua con hipotermia porque solos hubieran sido incapaces de salir. Pero me gusta lo que hago».

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